27 jun 2012

Las Aventuras del Capitán Alatriste: El Puente de los Asesinos


¡Saludos a los Viajeros!

Creo que he comentado otras veces que soy un gran aficionado al género de Capa y Espada (entre otros muchos claro…). Me encantan los Tres Mosqueteros, El Jorobado (Lagardere), El Conde de Montecristo, la Princesa Prometida y el resto de clásicos de “espadachines”, y como no podría ser de otra manera, soy un fiel fanático del Capitán Alatriste. 


Hace unos días he terminado de leer el séptimo libro saga, titulado El Puente de los Asesinos. He de reconocer que, a pesar de tenerlo hace algún tiempo, no me había lanzado con él, probablemente porque el anterior libro, Corsarios de Levante, no me hizo mucho tilín. Me pareció el más flojo de la saga, supongo que porque era más de navegación.

Desde hace algún tiempo vengo notando un cierto estancamiento en las novelas del Capitán. Sí, siguen siendo entretenidas, y me siguen sumergiendo en esa turbulenta época en la que todavía uno se podía sentir orgulloso siendo español a pesar de tener una lacra que ha perdurado hasta nuestros días, la corrupción y los dirigentes incompetentes. 

Pero si que es cierto que ya no son tan buenas como las primeras, sobre todo, las tramas de los cuatro primeros libros. Pues bien, este último es más o menos así, aunque lo he disfrutado como un enano, y lo devoré en apenas un par de días. 

El argumento nos sitúa en Venecia, donde el Capitán y Iñigo, cada vez más adulto, se ven envueltos en una conspiración política contra el dogo de la ciudad, una conspiración que… bueno, mejor que lo leáis vosotros mismos. 

Tenemos de vuelta a viejos conocidos, como al cada vez más desgastado y quemado Gualterio Malatesta, pero aún así, peligroso como una serpiente, a Sebastián Copons, al ya habitual moro Gurriato, etc. Y además nos presentan algunos personajes nuevos, como la madame del burdel donde se alojan Diego e Iñigo, una mujer de carácter, seductora y atrayente. 

Lo que si he notado en este libro es que los personajes se van “haciendo mayores”. Diego Alatriste está más viejo, más cansado de la vida aún, y con una pesarosa resignación ante los azares que su puta vida le presenta, que lo vuelve aún más taciturno que antes. Y hay un par de escenas en el libro, sobre todo una con Iñigo en un pasillo, en la que se vuelve muy cierto eso de “no era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente”.

A su vez Iñigo, también crecido y más que acostumbrado a una vida de lances, ya sean amorosos o de aceros, ha ido perdiendo esa fascinación por el Capitán, al que ya llama, su antiguo amo, y comienza a aprender por sí mismo de donde viene parte del carácter de Diego, sus remordimientos y silencios, su pesar y resignación. 

Aun así, la novela tiene algunos momentos memorables, y algunas de las citas que nos suelta Reverte, a través de los pensamientos de Iñigo, consiguen ponerle a uno los pelos de punta, y hacernos una idea de como llegó a ser ese gran imperio español de la época. También cobra una gran importancia la ciudad de Venecia, que casi tiene vida propia, como un ente peligroso y seductor, capaz de apagar la vida de muchos incautos que no se anden con ojo. 

Como ya digo, una novela muy recomendable, que si bien ha perdido parte de la frescura de las primeras, sigue siendo entretenidísima, y por supuesto, voy a seguir esperando las siguientes, ansioso de saber más de las aventuras del Capitán hasta su honrosa y valiente muerte, en los Campos de Rocroi, con los restos de los temidos Tercios Españoles, dando su vida por su rey y por su patria.