Comenzamos la campaña utilizando el manual del Reino de la Sombra, pero ambientando las partidas en un mundo de mi invención, convenientemente retocado para darle un toque más "old school".
LA BIBLIOTECA DE XANOR
El día amanecía nuboso en el
Reino Libre de Asgarón, cerca de la Cordillera del Infinito. El serpenteante
sendero acogía a un grupo dispar que, a juzgar por su aspecto avezado, no
podían ser más que mercenarios.
Abría la marcha, sinuosa como una
serpiente, Maya, una elfa oscura que ocultaba su hermoso pero frío rostro de
ébano con una capucha. A unos pasos de ellas, vigilando el entorno pero sin
quitarle un ojo de encima a su enemiga racial, Itharyel el elfo.
Fyrian el Intrépido, un atractivo
semielfo de eterna sonrisa caminaba tras la elfa sin perder detalle de su
trasero, mientras jugueteaba con la empuñadura de su estoque. A su lado, el
espigado y misterioso mago, Antarius Dorozan. Y cerraban la marcha los pesados
pasos de Relikki Piedraoscura, un fornido enano, duro como la roca.
Todos habían recibido hacía un
tiempo una misiva, en la que un antiguo miembro de la compañía de mercenarios a
la que habían pertenecido, la Legión Negra, solicitaba sus servicios a cambio
de un jugoso botín. Dicha misiva emplazaba a los mercenarios en el pueblo de
Rocavalle, un asentamiento rural en las faldas de las montañas.
En cuanto llegaron a Rocavalle,
rápidamente se acercaron a la pequeña posada, la Cabra Coja, donde la Vieja
Elga, la matrona que regentaba el local se apresuró a atenderlos mientras
lanzaba miradas envenenadas a Fyrian, que hacía guiños a sus nietas, las cuales
observaban desde la cocina.
Allí, un anciano los saludo, sorprendiéndolos
al darse cuenta que, aquel hombre ajado por la edad, no era otro que Kaledor,
el mago que había solicitado su presencia allí, con la diferencia de que, en
lugar de aparentar la treintena de años que debería tener, ¡aparentaba setenta!
Kaledor les puso en antecedentes.
Al parecer, cuando la Legión Negra se desbandó, él junto con su mentor,
Valerion Varanegra, viajaron al continente del sur, Har Addah, en busca de
conocimientos perdidos. Pero su viaje se truncó cuando se enfrentaron a una
entidad que escapaba a su poder y entendimiento, quedando a partir de ese
momentos malditos con una extraña enfermedad, que iba tornando su carne negra y
rígida, además de haciéndolos envejecer rápidamente.
Valerion y él, estaban tratando
de buscar la cura para su maldición, y habían oído hablar de la Biblioteca de
Xanor, unas ruinas que antaño fueron una vasta biblioteca de conocimiento
esotérico. A dicha biblioteca había partido Valerion. Eso fue hace meses, y no
había vuelto a saber nada de él. Ahora, había acudido a sus viejos camaradas
para que lo llevaran hasta las ruinas para saber el paradero de su mentor, y
buscar dicha Biblioteca.
Tras acordar el precio, económico
la mayoría, y en especie otros (Kaledor prometió entregar un libro de hechizos
a Antarius si conseguía su misión), partieron hacia las montañas guiados por un
montañés local, un joven tosco llamado Torg.
El primer día de marcha fue sin
problemas. El segundo, ya entre las nieves de las montañas, transcurrió sin ningún
problema adicional a un leve enfriamiento por parte de la elfa oscura, al menos
hasta que se desató una furiosa tormenta de nieve que apenas los dejaba
avanzar.
Atados mediante cuerdas, Torg les
decía a gritos que tenían que buscar un refugio. Al final, se arracimaron
alrededor de una pequeña hoguera, apenas cubiertos del viento y trataron de
descansar.
Durante la guardia de Fyrian, a
éste le pareció escuchar, entre los aullidos del viento, algo más. Sin dudarlo
un segundo, despertó a sus camaradas, y pronto los agudos oídos del elfo
confirmaron que había aullidos en la oscuridad.
Los mercenarios se prepararon
para defender sus vidas, y Maya avanzó un par de pasos entre la ventisca,
tratando de ver algo. Un lobo enorme, del tamaño de un poni, saltó sobre una
roca gruñendo amenazadoramente. Huargos.
Pronto estalló el caos. Gruñidos
y aullidos se entremezclaban con el sonido del viento, mientras la compañía
luchaba.
Maya disparó su ballesta contra
uno de los huargos, y esquivaba las dentelladas de otro con agilidad. Fyrian
lanzaba tajos a diestro y siniestro con su estoque y su daga, sus manos
convertidas en una tormenta de acero, mientras Itharyel lanzaba flechas desde
la distancia, pero debido al viento, no tan certeras como era habitual.
Con un grito de batalla, Relikki
avanzó entre la nieve y lanzó un tajo vertical que abrió el cráneo de uno de
los huargos. (Herida Grave que, tras la tirada de Fortaleza dejó al huargo
moribundo) y Antarius y Torg apoyaban en el combate.
El combate fue encarnizado. Maya
pudo comprobar que la suerte no estaba de su lado cuando resbaló
inoportunamente ante las fauces del huargo (Pifia en Acrobacia, como siempre,
Rodrigo rompiendo las barreras del azar), mientras que otro huargo arrancaba la
daga de las manos de Fyrian. Relikki consiguió derribar a otro huargo, pero
inexplicablemente, ni él ni Itharyel consiguieron rematarlo a pesar de tenerlo
en el suelo a su merced. Un cántico arcano resonó en la montaña, y unos
proyectiles mágicos impactaron en el lomo de otro huargo, chamuscando carne y
pelo.
Poco a poco, la balanza del
combate se iba decantando hacia el lado de los compañeros, pero con demasiada
lentitud. Quizá no las tenían todas consigo, hasta que Antarius decidió que ya
era suficiente.
Con voz estentórea, pronunció las
palabras arcanas que le permitirían invocar el relámpago que le había valido el
sobrenombre del Señor del Rayo, y la oscuridad de la noche se rasgó cuando un
relámpago atravesó a dos huargos dejándolos muertos sobre la nieve. (Criticazo espectacular
en la tirada de ataque para dirigir el rayo y tirada bastante mala de Fortaleza
de los huargos) Como si fuera una señal, los pocos lobos supervivientes
salieron huyendo.
Tras descansar el resto de la
noche, al día siguiente llegaron a su destino. Las ruinas de la Biblioteca de
Xanor. Según los conocimientos de Antarius, en aquel lugar había ocurrido algún
tipo de desgracia y la gente evitaba acercarse a las ruinas.Pero las supersticiones no eran
para ellos, así que los elfos se acercaron a explorar. Gracias a los sentidos
de Itharyel, pudo avisar justo antes de que un grupo de desharrapados
montañeses tratara de emboscarlos.
Los primeros asaltos fueron
tensos ya que los elfos estaban siendo superados en número, pero en cuanto
llegaron sus camaradas la cosa cambió. Sobre todo cuando Relikki decapitó a un
montañés de un tajo de su martihacha. Los mercenarios decidieron que el “hechicero
de la torre” les pagaba poco para dejarse las tripas en esas ruinas, y salieron
por piernas de la zona.
Así que por fin se hallaban ante la torre en ruinas.
Nuevamente la aguzada vista del elfo evitó que la drow activara una trampa, de
modo que avanzaron por un pasillo para encontrarse en una gran sala donde les
esperaba Valerion Varanegra con la mitad de su cuerpo consumido por la
maldición… ¿o no era Valerion?
Tras hablar con él, pronto quedó claro para los héroes que
el cuerpo del mago había sido poseído por el antiguo dueño de la torre, Xanor
el Hechicero. Éste, les dejó claro que no tenía intención ninguna de luchar.
Acababa de quedar libre después de siglos de “encierro”, así que, si se
marchaban de allí, no tomaría represalias. (Momento de tensión en el que los jugadores
estuvieron a punto de dejar tirado a Kaledor, pero al final, decidieron
luchar).
Itharyel lanzó una flecha que quedó desintegrada por el
hechizo de protección de Xanor, el cual dijo una palabra de poder y activó
cuatro constructos bajo sus órdenes, armaduras animadas con magia que atacaron
a los héroes.
Mientras trataban de dañar infructuosamente a las armaduras,
Kaledor lanzaba un proyectil mágico a Xanor que lo dejó bastante herido (tres
dados de cuatro y ¡cuatro en los tres! ) y hacía que el hechicero huyera
escaleras arriba, hacia su laboratorio.
Antarius volvió a demostrar el destructivo poder de su
magia, invocando un relámpago que reventó a dos armaduras, y mientras el enano
y el semielfo entretenían a las dos armaduras restantes, el resto de héroes
subía las escaleras tras el hechicero.
Maya fue la primera en llegar, justo a tiempo de ver como
Xanor prendía fuego a algún tipo de producto alquímico. No fue lo suficientemente
rápida, y el fuego prendió sus ropas, quemando su piel. Aun así, se sobrepuso
al dolor, y utilizando su capacidad hipnótica innata, dejó inmovilizado al
hechicero (aptitud sortílega Inmovilizar Persona, con un 6 o más en el dado de
20, no le afectaba. Obviamente, fallé) lo justo para que Itharyel que venía
tras la drow, lo ensartara. (Criticazo al canto).
Al morir Valerion, una onda expansiva surgió de su cuerpo,
lanzando por los aires a los héroes. Las armaduras, tras la muerte de su
creador, se desmoronaron en el suelo, y llegó el momento de recobrarse de las
heridas.
¿Qué encontrarán nuestros héroes en la Biblioteca de Xanor?
3 comentarios:
Genial el resumen dani!!!!
Con ganas de seguir
Muy buena narración de una mejor partida.... y que sean muchas más las que la sugan!!!
Fdo: Relikki PiedraOscura
¡Gracias por comentar chavales! Me alegro que lo pasarais bien, la verdad que el puntillo d&d/nostalgia mola jaja.
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