15 dic 2010

Pendragón Año 488: El Asedio a Bayeux Parte 2

El rojo amanecer alcanzó la ciudad de Bayeux como una premonición de la sangre que se iba a derramar ese día. Con la llegada del alba, los caballeros salieron sigilosamente de su refugio al tiempo que las tropas del Príncipe Madoc lanzaban el asalto definitivo, encabezado por los infantes y los irlandeses, con el resto de tropas britanas esperando el momento oportuno para atacar.


Los caballeros que se habían infiltrado en la ciudad subieron a la muralla aprovechando tal distracción, y gracias a sus uniformes francos pasaron desapercibidos hasta alcanzar una sección fuertemente presionada por los britanos. Mientras los francos trataban desesperadamente de evitar que los atacantes abrieran brecha en sus defensas, los caballeros de Salisbury aprovecharon el momento, y se lanzaron como leones contra sus enemigos.




Al frente de la cuña, Sir Garrick y Sir Loic lanzaban tajos y lanzazos a diestra y siniestra, empujando, esquivando y golpeando en medio de la confusión. Tras ellos, dispensando muerte a cada paso, Sir Gunner y Sir Langley, avanzaban con furia contenida.


Una decena de cadáveres sembraban el suelo de las murallas antes de que los francos supieran que eran atacados por la retaguardia. Un oficial franco se percató del ataque y trató de avisar a sus tropas, pero en el caos de la batalla fue casi imposible. Sir Garrick clavó su acerada mirada en el rival, y salió a su encuentro, mientras sus camaradas le cubrían las espaldas acabando son sus guardianes.


El oficial lanzó un tajo horizontal, pero el caballero interpuso su escudo y detuvo el golpe, que se hincó profundamente en la madera. Garrick apartó el escudo y golpeó con fuerza, arrojando a su rival a tierra. Antes de que el franco pudiera moverse, la espada del caballero segó su vida.


Mientras tanto, a las afueras de la ciudad, el joven Sir Delivant sujetaba las correas de su escudo con nerviosismo. No por cobardía ni por nervios, sino por ser su primer combate de verdad. El guerrero contemplaba la cima de la muralla, la zona más encarnizada de la batalla, se percató de un posible hueco en las filas enemigas. Avisó a su líder de unidad, que parecía reacio a atacar, sabedor de que sería un asalto muy peligroso.


A pesar de las prisas de los caballeros, su líder, Sir Yggern, dudaba, temblando ostensiblemente, hasta que no tuvo otro remedio que desenvainar su espada y ordenar la carga con voz temblorosa. Delivant, junto a sus camaradas de armas, se abalanzó hacia la muralla, gritando enfervorecido.


De un salto, el joven guerrero pisó el rocoso suelo, sólo para encontrarse a un enorme franco que blandía su hacha contra él. Gritando furiosamente, el franco golpeaba una y otra vez, haciendo recular a Sir Delivant hasta que chocó espalda contra la muralla. Cuando su fin parecía próximo, el caballero se agachó, esquivando el tajo de su enemigo, y saltó hacia arriba, clavando su espada en la parte inferior de la mandíbula de su enemigo. Vociferando en su rostro, Delivan hincó con más fuerza su arma, mientras los chorros de sangre caliente empapaban su rostro y su sobreveste. Al final, de una patada, apartó el cadáver de su enemigo, y paseó su mirada entre los supervivientes, buscando otro rival.


Atrapados en dos frentes, los francos que protegían esa sección de la muralla no tardaron en caer. Aprovechando esta brecha, los britanos penetraron en la ciudad, atacando con salvajismo a los supervivientes francos que tantas bajas les habían causado.
Al final, el propio Madoc penetró en la ciudad. Con su espada “Segadora” en la diestra, y empuñando un estandarte en la siniestra, contemplaba la ciudad recién conquistada con una sonrisa de satisfacción en el rostro. Se volvió hacia sus soldados, le exhortó a voz en grito:



–¡LA CIUDAD ES NUESTRA! –

Días después, los carros llenos de botín aún salían llenos de Bayeux, botín que se repartió entre los conquistadores, llevándose todos un buen pellizco. Los caballeros consiguieron varias libras, además de gran renombre. Como muestra de confianza, el Príncipe Madoc les encomendó la misión de proteger su pabellón de campaña, cosa que los caballeros hicieron con la diligencia que les caracterizaban.


Al amanecer del segundo día, trompetas y fanfarrias anunciaron la llegada del Pretor Syagrius, que llegaba al campamento engalanado al estilo romano, montando un caballo blanco y seguido de sus équites.
Desmontó y se acercó al príncipe que había salido a recibirlo con rostro adusto. El Pretor abrazó al heredero britano, alabando y agradeciendo su ayuda. Luego, exhortó a Madoc a partir, pues los francos tenían que ser derrotados definitivamente.


– No –


El silencio cayó sobre el campamento al escuchar la lacónica respuesta del príncipe, y la confusión se dibujó en el rostro del Pretor.
La duda dio paso a la furia, mientras el romano argumentaba que Uther había hecho una promesa, y recordándole las palabras del Pendragón. Pero la tajante respuesta de Madoc no dejaba lugar a dudas.


– Yo no soy mi padre – dijo mientras se daba la vuelta, dejando al Pretor con el rostro congestionado de ira, aguantando las sonrisas burlonas de los caballeros, cuya enemistad hacia el Pretor era más que patente tras su “traición”.

Perjurando en su idioma, el romano se dio la vuelta y partió con sus tropas. Tiempo después, llegarían a los oídos de los caballeros las noticias de su aplastante derrota. Pero ahora era tiempo de celebración, y los caballeros, cargando con un gran botín, embarcaron rumbo a su hogar, donde sus aventuras no habían terminado.


¿Qué era lo que les esperaba en las costas de su querida Britania? Pronto lo descubrirían…

2 comentarios:

Sir Garrick dijo...

Más más más más!!

Como Sir Garrick que me llamo que no dejaré de espolearte hasta que te pongas al día con las aventuras de los alegres caballeros!!!

Molaaaa aunque creo que deberías haber hecho más inciso en la "nuevamente" suerte de Sir Loic sin llevarse heridas graves y sobre la sangre franca que se derramó aquel día.. más sangre coño xDD

Lo de siempre... por cierto, la palabra clave hoy es "Prego", el hermano del caballo de Aragorn xD

Un saludo

Sir Garrick de Winterbourne Stoke
PD: me cambia la palabra por swierses

Alsharak dijo...

Lo tendré en cuenta Garrick! El problema es que como de esa partida ya había pasado más tiempo, los recuerdos no eran tan recientes... Sabes que por muy bueno que sea Gaeldas el Bardo, no es omnipotente!!

Mira, tengo que llamarte para pedirte a tí y a Relic un par de cosillas...

saludos!