28 abr 2013

Apocalypse World: Segunda Sesión

Tras la masacre que habían causado en el taller de Doc, fueron amablemente conducidos al "Barracón" como comúnmente se conoce al edificio,  bareto de mala muerte incluido, donde el Coronel ha fijado su  residencia habitual.

En cuanto estuvieron ante la presencia del líder del asentamiento, éste les echó en cara la que habían liado. Se habían cargado a más de la mitad de la banda de Roark, sus saqueadores personales. Nixon trató de suavizar la cosas, pero la actitud irónica de Natasha no ayudaba, la verdad. 



Al parecer, el Coronel necesitaba un motor de gran cilindrada que estuviera operativo. Iba a mandar a los hombres de Roark a por él al Vertedero, aquel pequeño valle convertido en cementerio de vehículos. Ya que, gracias a su actuación, sus saqueadores no podían ir...¿quién mejor que ellos para encargarse de ese peligroso trabajito? Tampoco es que les diera muchas opciones, o iban al Vertedero, o a la fosa común.

Cuando salían del local, Connelly, uno de los hombres de confianza del Coronel, se acercó a ellos con actitud amistosa, y les sugirió que, tal vez sería posible, que antes de entregar el motor, lo pusieran en sus manos, digamos, a cambio de mierdas por valor de seis trueques.

Un poco impactados ante tamaña oferta, Nixon no dudó en aceptar a pesar de las reticencias de los otros, y rápidamente empezó a planearlo todo. Mientras Drake trataba infructuosamente de encontrar un silenciador para su arma en Mudtown, y Doc partía hacia Carson City a ocuparse de un "encarguito",  los demás fueron a visitar a Manitas, un loco paranoico que es un puto crack de la mecánica.

"¿Qué? ¿Qué os acompañe? De acuerdo, pero tendréis que llevar estos cascos... ya sabéis, para que no sepan que estamos ahí fuera. Si no, podrían oírnos, ¿sabéis? Siempre están ahí, escuchando atentos... " - Manitas, en uno de sus días buenos.

Al final, Tao, uno de los hombres del Coronel, un poco adicto a esas sustancias psicotrópicas que se fuman, los recogió en una especie de jeep, y partieron rumbo al Vertedero. Todos sabían que ese pequeño valle, lleno de vehículos oxidados, electrodomésticos viejos y demás mierda, estaba en medio del territorio de Dremmer, el hijo puta más peligroso de toda esa zona. De ahí que sólo unos locos como la banda de Roark se acercara voluntariamente al lugar.

Cuando llegaron, se percataron de que había una banda de moteros que se había construido su base allí. Fieles a su estilo, Natasha y Drake fueron al campamento mientras el resto buscaba entre los vehículos un motor de las características adecuadas, y que estuviera en condiciones.

Natasha se deslizó entre las motos, abriendo los depósitos de gasolina. Se montó en una de las motos, y con un gesto de desafío, atrajo los tiros de los guardias mientras quemaba rueda esquivando las balas de los vigías. Estos salieron tras ella, y justo cuando los pandilleros iban a por las motos, su trampa surtió efecto y todo explotó en una gran bola de llamas.

En ese momento, Drake surgió desde la cima de una colina como un avatar de muerte, fusil de asalto y lanzagranadas en mano, y comenzó a repartir toneladas de metralla y plomo a diestro y siniestro. A medida que iba avanzando, sólo dejaba muerte a su alrededor. Recibió varios disparos, y una explosión le quemó la mitad de la cara, dejándolo aún más guapo que antes… pero qué demonios, se había hecho con aquel refugio de mierda.

Comentario: Aquí se pudo ver el verdadero potencial de un Exterminador para, como bien dice su nombre, exterminar. Aunque se llevó una buena tunda, la verdad es que fue una actuación épica…

Los pocos supervivientes de la banda de moteros, huyeron despavoridos ante semejante masacre, y entonces, cargando con el gravemente herido Drake, pudieron finalizar su trabajo, desmontando el motor de un enorme camión no muy hecho polvo. 

Mientras volvían a Mudtown, debatían sobre qué hacer. Lo cierto, es que pocos querían enemistarse con el Coronel, al que veían como un buen aliado, mientras que no se fiaban de Connelly, pero les atraía la enorme cantidad de pasta y recursos que les iba a dar a cambio de ese motor.Al final, decidieron hacer lo que había dicho Connelly… y luego delatarlo al Coronel. Era un arriesgado juego, pero si salía bien, serían muy ricos. 

Entregaron en motor en el taller de Ace, y luego fueron a hablar con el jefazo, diciéndole que habían  dejado el motor donde Connelly les había dicho. Ese era el más delicado del plan. El Coronel, bastante mosqueado les dijo que si había escuchado bien, que si le habían entregado el motor a Ace, el del taller. 

Se enteraron que Ace, el dueño del taller, y además, uno de los líderes de las mafias locales de Mudtown, era el antiguo jefe de la ciudad, que fue “depuesto” por el Coronel y sus chicos. Obviamente, se había convertido en su principal enemigo.

Sospechándose algo, el Coronel  envió a algunos de sus hombres a comprobar si la rocambolesca historia que le contaban, era correcta. Cuando los chicos llegaron al taller de Ace, pidiendo el motor para llevárselo al Coronel se percataron de que éste trataba de ganar tiempo, probablemente para deshacerse del motor o algo similar. 

Temiendo que llamara a los hombres que había dentro del taller,  Nixon le puso una pistola en la cabeza a Ace, mientras Drake incapacitaba a los dos guardias de ascendencia soviética que protegían al mafioso. La tensión podía cortarse con un cuchillo. Ace los miraba con incredulidad, como si esos locos no supieran con quien se la estaban jugando. 

Mientras mantenían a Ace atrapado, ordenaron a unos mecánicos que subieran el motor en la furgoneta, pero de pronto, algunos de ellos sintieron como si algo estallara en su cráneo, como si unas agujas afiladas se hincaran en su cerebro. Shadow supo al instante que allí había algún jodementes, pero fue demasiado tarde. Titubearon por un momento, y esa breve vacilación fue suficiente. Ace se zafó y se lanzó corriendo al interior del taller, gritando a sus hombres. En el umbral de la puerta, vieron a Connelly, que con la cara desencajada por la furia, les señalaba y sus hombres amartillaban las armas automáticas, dispuestos a enviarlos al más allá. 

Pero no contaban con Drake.

El exterminador pateó al tipo que tenía inmovilizado y se plantó en medio de la puerta, con las balas silbando a su alrededor, desafiando al peligro. Aunque fue herido, tuvo tiempo de soltar un granadazo hacia el interior que literalmente desintegró todo lo que pilló por el medio. Aprovechando el caos y la destrucción que habían creado, se montaron en el vehículo y salieron echando hostias. 

Los hombres del Coronel, que lo habían visto todo, miraban con temor a esa banda de locos que había volado media ciudad en menos de dos días. Pero habían visto a Connelly en el taller de Ace, así que respaldaría su versión… parecía que, otra vez,  la suerte estaba de su lado y saldrían indemnes. 

COMENTARIOS DE LA PARTIDA

Pues la estoy disfrutando como un enano, la verdad. Me encantó, y me sigue resultando especialmente fácil dirigir este juego, aparte que momentos de inspiración pueden dar lugar a personajes tan molones como Manitas jaja. Eso, y que los jugadores se han metido de lleno en la ambientación, a todos les gusta y se lo pasan pipa trapicheando en un mundo tan jodido (Sobre todo el jugador de Nixon, que ya empiezo a pensar que si hubiera un apocalipsis de verdad... él sobreviviría jaja)

En cuanto a reglas... la verdad que una vez se ha pillado el truco a los movimientos, es una chorradilla. Puede que se repitan varias veces el mismo movimiento y tal, pero es más que suficiente para lo que necesita el juego. 

Eso sí, lo que no nos ha gustado nada es el tema de la experiencia. Estamos pensando para tratar de idear alguna alternativa, a ver que se nos ocurre. 

1 comentario:

Unknown dijo...

Buena reseña. la verdad es que la partida esta quedando genial y que el sistema ayuda. deseando seguir con natasha, que además ha encontrado pistas a un enemigo del pasado