1 sept 2010

Pendragón Año 488: El Asedio a Bayeux Parte 1

Al amanecer de aquel día, el sol naciente teñía de rojo el firmamento, un oscuro presagio de lo que iba a ocurrir ante las imponentes murallas de la ciudad de Bayeux.

Los caballeros habían llegado al campamento a uña de caballo, con el corazón hirviendo en pura furia, ansiosos de venganza sobre el Pretor, que vilmente los había abandonado a su suerte ante un grupo de francos.

Mas su venganza debía esperar, pues el Príncipe Madoc aplacó su ira, prometiéndoles que tamaña ofensa no quedaría impune. De modo que, los jóvenes caballeros se encontraron formando en el ala derecha, comandados por Sir Roderick, junto al resto de caballeros de Salisbury, preparados para asaltar la importante ciudad, ahora en manos de los francos.

Oleada tras oleada, los infantes se arrojaban hacia la ciudad, portando escalas, y demás pertrechos de asedio, pero a pesar de su bravura y del apoyo de grupos de caballeros, no consiguieron abrir brecha. Y así terminó ese día, con el terreno que rodeaba la ciudad plagado de cadáveres, un auténtico festín para los cuervos.

Tras un segundo día infructuoso, los jóvenes caballeros comenzaron a pergeñar un plan casi suicida, en el que intentarían penetrar en la ciudad al amparo de la noche y utilizando el sigilo. Ciertamente era un plan complicado, y su elaboración necesitó de largas horas de preparación, pero al final presentaron su idea al Príncipe, enardecidos por la promesa de gloria y de botín.

Madoc, sin nada que perder, y mucho que ganar en caso de tomar la ciudad con prontitud, aceptó el plan, y comenzaron los preparativos. Todo se basaba en un señuelo, una estrategia que permitiera desguarnecer una sección para que algunos grupos de caballeros se colaran en Bayeux.

Se prepararon muñecos de paja y madera, ataviados con los pertrechos de los soldados. Empujados por infantes, y con la escasa luz nocturna, atraerían la mayoría de los disparos francos sin causar excesivas bajas. Al mismo tiempo, se intentaría un asalto en dos puntos de las murallas, usando los trebuchets y las armas de asedio.

La esperanza de los caballeros era que, con la confusión, nadie se percatara en los cinco enemigos que se acercaban a la muralla y trataban de trepar por ella.

La oscuridad de la noche se quebró con proyectiles incendiarios, y pronto estalló el caos. Los caballeros, haciendo gala de un sigilo y habilidad importantes, alcanzaron la muralla, cargando fardos con armas y ropajes. Allí, Sir Gunner, el más fuerte del grupo, trató de lanzar un garfio sobre la muralla.
Tras varios intentos infructuosos, el metálico garfio tuvo a bien sujetarse, y los caballeros subieron, aguantando la respiración ante el temor de ser sorprendidos.

Mientras terminaban de subir los fardos, Sir Langley escuchó como la puerta de la torre, a su derecha, comenzaba a abrirse, y una figura se recortaba en el umbral. Sin dudarlo un instante, el caballero se abalanzó cual jabalí embravecido, y saltó sobre su desprevenido oponente, apuñalándolo repetidas veces, mientras acallaba sus gritos con la mano.

Durante unos angustiosos instantes, los caballeros aguardaron, temiendo que hubieran sido descubiertos, pero no había sido así. Penetraron en la torre, y allí mismo, en las escaleras, comenzaron a vestirse con los ropajes que habían traído, arrebatados a cadáveres francos, y con los que pensaban engañar a sus enemigos en caso de ser descubiertos.

Allí, bajo la trémula luz de las antorchas, escucharon voces, enemigos que corrían, subiendo las escaleras para unirse a la batalla. Rápidamente, sin perder un momento, les tendieron una emboscada. Mientras dos caballeros esperaban tras la puerta, otros dos, ataviados a la manera franca, simulaban ver algo fuera de las murallas, mientras hacían gestos a los recién llegados para que se acercaran.

Sin sospechar nada, los francos se acercaron, pero lo único que encontraron fue la muerte, pues los caballeros, con la eficiencia que otorga la experiencia, acabaron con ellos en un santiamén. Luego, arrojaron los cadáveres hacia fuera, sin ningún miramiento, y procedieron a introducirse en la ciudad.

Teniendo en cuenta que los francos adoraban a dioses paganos, los caballeros se encaminaron hacia una iglesia cristiana, pensando que probablemente estuviera deshabitada, como así era. Encontraron el edificio, con los portones desvencijados, y penetraron en el silencioso edificio con precaución.

Los bancos amontonados, las figuras destrozadas y los tapices rasgados, mostraban el paso de los enemigos, pero ahora solamente quedaba el silencio. Un sobrecogedor silencio en el que los sonidos de sus pisadas parecían truenos a sus oídos.

Se acercaron al altar, donde se encontraba la figura del Sagrado Cristo colgado en la cruz, pero lo que allí hallaron era una nueva aberración. Habían arrancado al cristo de la cruz, y lo habían reemplazado por un sacerdote, que yacía sangrante, atravesado por mil heridas, en proceso de descomposición.

Incluso los caballeros paganos se sintieron horrorizados ante tamaña blasfemia, y Sir Gunner, cristiano, apretó las mandíbulas con fuerza, asqueado ante la barbarie que tenía ante sus ojos. Sin dudarlo un instante, decidió descolgar al sacerdote, otorgándole el reposo que se merecía.

Cuando se agachaba con el cadáver, tras la cruz, pudo ver lo que parecía una pequeña puerta, que al parecer había pasado desapercibida a los saqueadores. Cuando fueron allí a investigar, vieron que era la celda del sacerdote, y decidieron que era un buen lugar donde pasar lo que quedaba de noche, esperando al amanecer, momento en el que tendría lugar el ataque definitivo.

¿Qué aventuras y desventuras les esperaban en aquella alejada ciudad? Escondidos en aquella vieja iglesia, no podían imaginarlo…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Una vez más, magnifico el señor gaeldas el bardo... lo que me pregunto yo es donde carajo se mete el menda que siempre sabe lo que hacemos o dejamos de hacer con pelos y señales. ;P

Como siempre, magnífico relato!! inspirador, motivador... nuevos planes de conquista que pululan por mi mente y pugnan entre ellos por darse a conocer a mis valientes y valiosos camaradas.

Ganas de quedar para continuar con el asedio, Gloria y honor!!!


fdo. Sir Langley

Anónimo dijo...

Por cierto, no quiero dejar de felicitar al dueño y señor de este blog!!! felicidades maricona!!!







Pd:retroactive character xD

fdo: anónimo

Alsharak dijo...

Desde luego!! Desde que no mandas mensajes molones para felicitar, has perdido mucho jajaaj

Oye, un abrazoooooo!!!